domingo, 18 de octubre de 2009

Relatos Scumm I : Dungeon Keeper

Saludos a todos, es cierto que llevo bastante tiempo alejada del blog ya sea porque estoy algo desanimada y no tengo demasiada inspiración para escribir como porque hay ciertas cosas que me han mantenido alejada de aquí.
De todas maneras creo que sería interesante presentaros una propuesta que comenzamos hará ya unos tres años en otros foros. Relatos basados en videojuegos.

Es cierto que el post se ideó para organizar un juego en el que la gente tenía que adivinar el juego en el que estaba basado. Con detalles, pequeños efectos sonoros dentro del texto y demás. Sin embargo considero que los relatos que tanto yo, como alguien a quien os quiero presentar, no tuvieron suficiente salida y mola más que estén en un sitio dedicado a ellos que no perdidos entre un montón de temas.

Aprovecho la ocasión para presentaros a mi colaborador: Loren, al cual seguramente habréis podido leer por este blog en ciertos comentarios o bien porque os suenen ciertos artículos más "serios" sobre novelas, comics, novedades del panorama editorial y demás en el blog de:
La Espada en la Tinta.
Como entendido en ciertos juegos en los que yo estoy un poquito perdida creo que nos presentará buenas alternativas y artículos de calidad que os gustará leer con seguridad.

De principio y como presentación a esta nueva sección me gustaría presentaros uno de los relatos más divertidos sobre la materia de los que he leído en mucho tiempo basado concretamente en el juego Dungeon Keeper.

Espero que os guste. ;)


DUNGEON KEEPER


-¡¡Los huesos de tus servidores alimentarán esta tierra, Guardián!!
No paraba de escucharse lo mismo durante prácticamente todo el día. Hora tras hora, minuto tras minuto, la voz profunda (tal vez filtrada por un casco) no dejaba de rebotar en los muros y llegaba incluso a exasperar a todos los habitantes de la mazmorra, porque, a riesgo de ser sinceros, las afrentas de este tipo no hacen más que hervir la sangre en aquellos a quienes van dirigidas las malditas amenazas.
-¡¡Ha llegado tu hora, Guardián!! ¡¡Conseguiré expulsarte de esta tierra tan pronto como te eche las manos al cuello!!

Dios, otra vez. Todos los habitantes de la mazmorra suspiraron al unísono. Una auténtica pesadez.

El golpeteo de los picos y las palas alcanzaba hasta el mismísimo corazón de la mazmorra, que no dejaba de latir como si de un órgano vivo se tratase. Su fulgor iluminaba la estancia en que se encontraba, tan sólo eclipsado brevemente por la gran cantidad de reflejos áureos que emitían las monedas y demás tesoros de la sala contigua. Porque los duendes no paraban de entrar y salir haciendo que ésta llegase justamente hasta sus límites de almacenamiento. Pronto habría que construir otra.

Más allá se escuchaba el incesante tronar de los martillos contra el yunque, allí donde los trolls fabricaban las trampas y las puertas para la mazmorra. Y desde un poco más allá llegaban los ronquidos de todos los seres que ahora echaban la siesta. Un dragón, varios retoños demoníacos, arañas peleándose con las moscas (como siempre...) y un par de warlocks. Estos últimos totalmente agotados, puesto que habían sacado el máximo provecho a la completa biblioteca que el Guardián había creado para ellos. Una amplia colección de pergaminos y tomos realmente antiguos que se apilaban unos tras otros en la innumerable cantidad de estanterías polvorientas y oscuras que poblaban la sala.

Pero si bien todas estas salas conform...

-¡¡Al final sabrás lo que es pagar por todos tus años de fechorías, Guardián!!
PERO SI BIEN... (ejem) Pero si bien todas estas salas conformaban lo que era una de las más importantes galerías oscuras del reino de Ever More, sí, ahí no estarían sin el constante esfuerzo y dedicación que los trabajadores del Guardián le dedicaban. Un completo ejército de duendes realmente respetados y queridos por el Amo, de eso no cabe duda.

Apareció la mano de la nada y golpeó a uno de ellos. Porque fumaba un cigarrillo en medio del pasillo, y eso no podía ser. La mano lo estrujó, lo zarandeó y lo tiró al vacío tras volverle a propinar un par de guantazos. Y así hizo con dos más, porque no trabajaban lo suficiente, y porque había que reforzar los muros, y porque... el Guardián respetaba a sus subordinados, claro que sí.

-¡¡He venido por ti a este territorio de maldad, Guardián!!
¿Y qué hacía uno de los muros sin reforzar? Porque aquella sección explotó de repente rociando el corredor de barro y tierra llena de gusanos. Y fue tal el susto, que los duendes huyeron despavoridos ante el enemigo que se aproximaba. Algunos cayeron ante las hachas de un par de enanos que penetraron en el interior. Detrás no se veía más que oscuridad y un yelmo astado.

-¡¿Qué me dices a esto ahora, Guardián?!

La mazmorra era un caos absoluto. Pero no había que preocuparse, porque el Guardián no lo estaba. Sencillamente era un grupo harapiento de héroes que no sabían a qué se enfrentaban. Sonó la llamada a las armas justo en el momento en que los "supuestos" héroes hacían acto de aparición en la sala principal de la mazmorra y golpeaban inútilmente con sus armas la superficie cristalina del corazón.

-¿Pero qué es esto? -dijo sorprendido el Guardián. -¡¡Jajajaja!!

La risa que se oyó a lo largo de toda la mazmorra fue terrible, y el Señor del Territorio se quedó congelado en el sitio. Frente a él se alzó, como un espectro de su tumba, un estandarte fantasmal que emitía sonoros trompeteos, agitándose de un lado para otro. Seguidamente la puerta que conducía a otras salas del complejo saltó en astillas y una manada de monstruos sedientos de sangre irrumpió allí dentro. Los enanos tiraron las hachas al suelo e intentaron huir, pero el dragón les calcinó el trasero, y mientras estos saltaban en el aire de puro dolor, los warlocks los desintegraron con misiles mágicos. El Señor del Territorio estaba totalmente falto de compañía con su espada agitándose de un lado para otro ante el círculo monstruoso que le rodeaba. A través de la rendija de su casco se podía entrever gruesas gotas de sudor en unos ojos aterrorizados. Todos le insultaban y se burlaban de él. "¿Quién profería amenazas ahora, eh EH?", parecían decir.

-¡¡Guardián, tus sucias artimañas no funcionarán conmigo, porque yo represent...!! -su voz se convirtió en un débil cloqueo.

Ahora no había más que un pollo allí donde estaba el Señor del Territorio. Un pollo cloqueando bajo un yelmo enorme. El warlock responsable del conjuro recogió a la pobre ave, la sacudió con sorna y se la lanzó a los otros. Estos se burlaron más si cabe de su persona hasta que el dragón lo aplastó de un pisotón. Así que adiós pollo y adiós al Señor del Territorio. No más amenazas.

Por tanto, los duendes siguieron trabajando en sus muros, siendo golpeados ocasionalmente por el Guardián. Se escucharon poderosos ronquidos provenientes de la madriguera... y el oro siguió tintineando en su sala a rebosar de riquezas.

-¡¡Este reino no es lo suficientemente grande para los dos, Guardián!! -Esta vez fue el tembloroso y agudo chillido de una bruja.

Se oyó un gran suspiro conjunto a lo largo y ancho de toda la mazmorra.

FIN


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